Quizás al igual que yo, no sepas mucho de instrumentos de música, pero no estamos ajenos al efecto que las notas musicales provocan en nosotros. Según me han contado algunos músicos, el instrumento musical se les hace natural, no necesariamente cuando lo dominan, si no cuando logran que exprese sus emociones. Y muchas veces, nosotros percibimos esas emociones sin darnos cuenta al escuchar su música.
Y es que la música es como la tabla periódica que, con tan solo 118 elementos, se forma toda la materia que conocemos. En el caso de la música, solo 7 notas musicales y sus casi infinitas variantes en tono y tiempo, pueden expresar sentimientos como si fuese un poema.
Y hablando de sentimientos, todos los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos identificados, entendidos, y escuchados, especialmente cuando pasamos por momentos difíciles. Quizás le ha pasado que no se siente bien y alguien intenta reanimarlo con una broma, pero no funciona. ¿Por qué? Porque quizás lo que necesitemos es un espacio donde sentirnos que se nos comprende, más bien que simplemente volver a la normalidad. Y aquí la música puede jugar un lugar muy importante.
Quizás un álbum o una canción puede hacer que nos identifiquemos con los sentimientos o intención del artista al momento de componer la pieza. Y esto pudiera ser parte de ese espacio donde nos sintamos identificados, comprendidos, donde ya no nos sentimos tan solos. Luego, se nos hace más fácil volver a la normalidad y continuar nuestra rutina.
Pareciera contradictorio que la música triste nos hace sentir bien, pero yo he comprobado que en muchas ocasiones es totalmente cierto.
Por eso este mes les presento a Daughter, una banda inglesa de música indie. Aunque mucha de su letra es triste y melancólica, lo que me llama la atención de esta banda es cómo pueden expresarse mejor con los instrumentos que con las letras.